RESIGNIFICACION
DE LA OBRA
¿Cuántas veces nos sentimos inquietos? ¿Cuántas
ansiosos? Sin saber qué está ocurriendo nos volvemos agresivos.
Irreconocibles para quienes nos rodean. Nos cuesta aceptarlo, pero de
pronto somos otros. Nos sentimos exigidos. Esta situación deviene
en mayor inquietud, mayor ansiedad. Un círculo vicioso.
Aún
cuando en alguna etapa de nuestras vidas, a partir del contacto con nuestro
mundo interior, en el aquí y ahora, hayamos encontrado paz, en
ciertos momentos sentimos que esa paz se perdió. Afloran preocupaciones
en cualquier hecho que acontece. Toda situación se convierte en
problema. Iniciamos entonces una búsqueda con el objeto de sentirnos
tranquilos, de recuperar aquel estado perdido. Confundidos, encaramos
caminos a veces errados. Intentamos en el mundo de los sentidos. Desarrollamos
la idea de complacernos con cosas que no poseemos. Comenzamos a soñar
en esas cosas que se encuentran distantes, en un momento futuro irreal.
Nos esforzamos. Nos deprimimos si no las alcanzamos. En ocasiones las
obtenemos. En ese preciso instante de logro, una pseudo felicidad nos
invade. Pero esto ya pasó. Quedó atrás. Pensamos
entonces que, bueno, en definitiva no era tan fantástico, que tenía
algún defecto, se rompe. Nos angustiamos y comenzamos nuevamente
el proceso. Iniciamos nuevos caminos, igualmente errados. Y así,
una y otra vez. Colmados de cosas, cosas cuyos beneficios no podemos capitalizar,
cosas que están fuera de nuestro ser. No entendemos cómo
ni por qué, cada vez nos reconocen menos.
Parafraseando
a Anthony de Mello pregunto "¿se te ha ocurrido alguna vez
que aquello que llamas tu felicidad, es en realidad tu cadena?"
Los puntos
rojos en esta obra representan esos caminos errados. Focalizamos nuestra
búsqueda allí, una y otra vez, sin darnos cuenta que la
verdadera paz, la felicidad, se encuentra escondida detrás de los
velos que nosotros mismos le ponemos.
En la tela la simbolizo con una paloma. Se deja entrever, semi oculta,
arriba.
En la vida
real, esa paz, es el aquí y ahora. El conectarnos con nuestro mundo
interior. El darnos cuenta que, por el solo hecho de estar vivos, vale
la pena vivir. Sin apegos. Sin mochilas que nos agobien. Sin esfuerzos
innecesarios. Sin tantas "cosas".
La verdadera
felicidad, creo yo, no es algo que, una vez alcanzada, nunca mas la vayamos
a perder.
Si no estamos despiertos y atentos, las exigencias externas que, consciente
o inconscientemente, asumimos como propias nos alejan de ella. A veces
por largos períodos.
No precisamos
de tantas cosas para ser felices. No precisamos de tantos sueños.
Aunque no lo creas, el mejor sueño es tu propia realidad. Es cuestión
de focalizar correctamente tu atención. De abrir grande los ojos
de tu alma.
Tu mejor
sueño es hoy, y eres tu mismo.
Anterior
|
Obras
|
Próxima
|
|
|
|
|